Cantar de gesta. Para iniciar el comentario y obtener la mayor comprensión del mismo se definirán algunas palabras referente al tema.
1. Arcaísmo.
En general, se llama arcaísmo a la conservación o imitación de lo antiguo: el arcaísmo de algunas pinturas que están inspiradas en los primitivos pintores flamencos. Arcaísmos son elementos que pertenecen a épocas pasadas y artística mente superadas y que se usan en el presente por imitación.
3. Épico. genero poético que narra con tono grandilocuente y laudatorio acciones extraordinarias heroicas de personajes históricos o míticos. La épica medieval castellana tiene su representación mas renombrada. El poema de mio cid.
4. Epopeya. conjunto de estos poemas, que forman la tradición épica de un pueblo: la epopeya Griega esta basada en asuntos mitológicos.
5. Lexicógrafia: es la ciencia aplicada del lenguaje que se ocupa de la elaboración y el análisis crítico de diccionarios. Para ello, no sólo se sustenta en los principios teóricos y metodológicos de la lingüística, sino que cuenta con los suyos propios. Al igual que la lexicología, posee una dimensión teórica y una práctica.
El término proviene del arte realizado por el lexicógrafo, que a su vez proviene del griego lexikográphos, compuesto por lexikós (λεξικόν) que significa colección de palabras o vocablos de una lengua, y -gráphos (-γραφος), escribir. Por lo que corresponde al arte de coleccionar palabras que deben entrar en un léxico, o simplemente quien escribe diccionarios.
6. Lírica.La lírica o género lírico es un género literario en el que el autor transmite sentimientos, emociones o sensaciones respecto a una persona u objeto de inspiración. La expresión habitual del género lírico es el poema. Aunque los textos líricos suelen utilizar como forma de expresión el verso, hay también textos líricos en prosa (prosa poética).
7. Métrica. La métrica es el conjunto de regularidades formales y sistemáticas que caracterizan la poesía versificada. Dicho de otra forma, lo que hace que un verso sea un verso (a diferencia de la prosa) puede ser considerado demétrica. Cuando se trata de prosa, se trata de prosa rítmica. El estudio métrico comprende tres partes fundamentales: el verso, la estrofa y el poema. La métrica también es la cantidad de sílabas en las que se divide un verso.
Poesía.La poesía (del griego ποίησις 'creación' < ποιέω 'crear') es un género literario considerado como una manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa.1 Los griegos entendían que podría haber tres tipos de poesía, la lírica o canción cantada con acompañamiento de lira o arpa de mano, que es el significado que luego se generalizó para la palabra, incluso sin música; la dramática o teatral y la épica o narrativa. Por eso se suele entender generalmente hoy como poesía la poesía lírica. También es encuadrable como una «modalidad textual» (esto es, como un tipo de texto).2 Es frecuente, en la actualidad, utilizar el término «poesía» como sinónimo de «poesía lírica» o de «lírica», aunque, desde un punto de vista histórico y cultural, esta es un subgénero o subtipo de la poesía.
8.poema.Poema (del italiano poēma, y este del griego ποίημα) es una obra de poesía, tradicionalmente la de cierta extensión.1 Lo habitual es que se componga enverso, esté o no sujeto a los recursos poéticos clásicos de la métrica, el ritmo y la rima; aunque también hay poemas en prosa (prosa poética, poema en prosa). Un poema largo puede dividirse en "cantos", y uno breve en estrofas. Un conjunto de poemas es un poemario (libro de poemas o recopilación de poemas). Es muy habitual hacer antologías de poemas2 y concursos de poemas (juegos florales).
El cantar de gesta es el nombre dado a la epopeya escrita en la Edad Media o a una manifestación literaria extensa perteneciente a la épica que narra hazañas de un héroe que representa las virtudes que un pueblo o colectividad consideraban modélicas durante el medievo.
El cantar de gesta es un género
narrativo en verso destinado a la recitación o al canto que fue transmitido por
los juglares durante
la Edad Media. Si bien el cantar de gesta también
se cultivó en otros países (Chanson de Roland es el más conocido de Francia), en
España se diferencia por la asonancia, el anisosilabismo, la ausencia de
elementos fantásticos y la veracidad histórica.
Como su remoto
antecedente la epopeya, este género de autoría anónima narra las hazañas de un
personaje histórico que ha alcanzado una reputación legendaria por su heroísmo.
El más famoso de España es el Cantar de Mio Cid (XIII).
Los cantares de gesta (chansons de geste)
exaltan la figura de personajes relevantes y hechos de armas, entre los que
destacan los originados entre cristianos y sarracenos en tierras de España, o
entre la monarquía y la nobleza feudal.
Estos poemas eran recitados o cantados por los juglares y eran
escuchados con el mismo interés por los aldeanos que por los señores de los
castillos. El cantar de gesta sirve al pueblo de conocimiento histórico, al
interesarse por los hechos y personajes famosos y por otra, de medio
informativo sobre los sucesos de momento. En Castilla se llamaron “cantos
noticieros” ciertos relatos breves surgidos bajo la impresión directa de hecho históricos.
Estas gestas no se
recogieron por escrito porque se destinaron exclusivamente a la recitación. Los
pocos “manuscritos de juglar” que se conservan, muy estropeados y faltos de
hojas, son una muestra de los que llevaban los juglares bajo el brazo para
refrescar su memoria cuando convenía; de éste modo no es de extrañar la falta
no sólo de textos originales, sino de copias de los mismos. Únicamente en
Francia, y desde el siglo XIII, se copian estos manuscritos en otros muy elegantes
y de gran riqueza, gracias a lo cual se han conservado casi todos los cantares
de gesta franceses, cosa que no se hizo en España, y de ahí su escasez.
Las epopeyas románicas se
denominan cantares de gesta (en francés chansons de geste), del latín gesta,
«hechos, hazañas». Suponían recordar pasadas acciones gloriosas de las que
se podía enorgullecer una familia. Los cantares de gesta conservados
llegan al centenar, una gran mayoría en lengua francesa, con diversas
peculiaridades (francés de la isla de Francia, picardo, anglonormando,
francoitaliano, etc.), y otros, en ínfima proporción en provenzal y en
castellano. La extensión de estos cantares es muy irregular: oscila entre los
ochocientos y los veinte mil versos, si bien los de mayor longitud suelen ser
tardíos y presentar contaminaciones con la novela.
Los cantares de gesta no se
componían para ser leídos, sino para ser escuchados. De divulgarlos se
encargaban unos recitantes llamados juglares, que se solían acompañar de
instrumentos de cuerda y que ejercitaban su misión frente a toda suerte de
público, tanto el aristocrático de los castillos como el popular de las plazas,
de las ferias o de las romerías. Consta, como más adelante tendremos ocasión de
considerar, que antes de trabarse batallas los juglares entonaban versos de
gestas a fin de enardecer a los combatientes.
Historia poética
El cantar de gesta tiene
un fondo histórico cierto, al que es más o menos fiel. Esta fidelidad a la
exactitud histórica de lo narrado reviste una serie de matices, que van desde
aquellos cantares que casi son una crónica rimada hasta aquellos otros cuya
historicidad queda tan reducida que casi parecen una obra de pura imaginación.
Por lo general, cuanto más remoto es el asunto de una gesta, más pesan en ella
las versiones tradicionales y legendarias de los hechos y más se aparta de la
realidad histórica, al paso que, cuando relata hechos sucedidos en un pasado
próximo, la fidelidad a lo que realmente acaeció es mayor, entre otras razones
porque el público que ha de escuchar los versos conoce con más precisión el
asunto y sus personajes. Por otra parte, cuando la gesta tiene por escenario
las mismas tierras en que se desarrollaron los acontecimientos que poetiza,
suele mantener unos datos geográficos, ambientales y sociales mucho más fieles
a la realidad que aquellas gestas que transcurren en países lejanos y exóticos.
Ya veremos con detalle que estas dos modalidades de cantares de gesta se pueden
cifrar en el Cantar de Roldán francés, alejado en el tiempo y en el espacio de
la batalla de Roncesvalles, y el Cantar del Cid castellano, tan próximo al
tiempo y al lugar en que obró y vivió Rodrigo Díaz de Vivar.
Los cantares de gesta
son algo así como la historia al alcance y al gusto del pueblo. El hombre docto
se enteraba de los hechos del pasado leyendo crónicas y anales en latín, y
quedaba su curiosidad satisfecha con el dato frío y escueto. El hombre iletrado
precisaba de alguien que le expusiera de viva voz la historia, de la cual lo
que le interesaba era lo emotivo, sorprendente y maravilloso y la idealización
de héroes y guerreros a los que se sentía vinculado por lazos nacionales,
feudales o religiosos.
Cantos noticieros y
juglares.
La crítica debate desde hace
siglo y medio cómo se generaron estos relatos más o menos históricos que son
los cantares de gesta, y hay quien sostiene, con argumentos muy dignos de
consideración, que determinados acontecimientos, sobre todo grandes campañas
militares o significativas acciones de guerra, suscitaron inmediatamente cantos
que narraban sus trances más salientes o las hazañas de los guerreros más
famosos, con la finalidad de informar de ello a una colectividad vivamente
interesada: breves composiciones en verso que podríamos comparar, en cuanto a
su finalidad informativa, a los modernos reportajes periodísticos, y no en vano
relatos de este tipo eran denominados en Castilla «cantos noticieros». Muchos de
estos presuntos relatos versificados debieron de conservarse en la memoria
popular y en la tradición juglaresca hasta convertirse en cantares de gesta.
Lo importante es la
actitud literaria del juglar de gestas. Frente a los datos que le ofrecen la
historia y la tradición, se adjudica una libertad creadora que le permite
construir un relato versificado, con su planteamiento, nudo y desenlace, y
entretenerse en la caracterización de los personajes, en las descripciones y en
el diálogo. Tiene que hacer concesiones a los gustos del público -que también
son los suyos-, dejando paso libre al elemento maravilloso y a la pormenorizada
descripción de batallas, de combates singulares y del atuendo guerrero. Este
último aspecto se hace fatigoso al lector actual, que a veces no acierta a
comprender la razón de tan prolijas descripciones bélicas; pero no debe
olvidarse que el público medieval advertía matices y detalles importantes en lo
que hoy puede parecernos uniforme y repetido, y la descripción minuciosa de
determinado golpe de espada o del procedimiento de desarzonar al adversario con
la lanza les interesaba tanto como puede apasionar a nuestros contemporáneos un
lance especial de una corrida de toros o una jugada notable en una competición
deportiva.
Arte oral.
Parece evidente que en una
época remota las gestas fueron creaciones orales sin forzosa transcripción a la
escritura, y ello lo corrobora la existencia en tantos países del mundo de
canciones populares, incluso narrativas, como gran parte del romancero castellano,
que se han conservado oralmente y sin necesidad del apoyo de un texto escrito.
Pero si hoy conocemos cantares de gesta, lo debemos exclusivamente a que hubo
amanuenses que los copiaron en manuscritos, y entre estos manuscritos hoy
conservados hay un pequeño número que se denominan juglarescos porque
constituían el memorándum o libreto del juglar, con los cuales éste refrescaba
la memoria antes del recitado o aprendía cantares que hasta entonces le eran
desconocidos. Los preciosos manuscritos del Cantar de Roldán (de Oxford) y del
Cantar del Cid (de Madrid) son de pequeño formato, escritos sobre un pergamino
aprovechado y con la finalidad de ser útiles a un juglar, y en modo alguno
constituyen un libro de lectura.
Rodriguez Neltzi.
Las epopeyas románicas se
denominan cantares de gesta (en francés chansons de geste), del latín gesta,
«hechos, hazañas». Suponían recordar pasadas acciones gloriosas de las que
se podía enorgullecer una familia. Los cantares de gesta conservados
llegan al centenar, una gran mayoría en lengua francesa, con diversas
peculiaridades (francés de la isla de Francia, picardo, anglonormando,
francoitaliano, etc.), y otros, en ínfima proporción en provenzal y en
castellano. La extensión de estos cantares es muy irregular: oscila entre los
ochocientos y los veinte mil versos, si bien los de mayor longitud suelen ser
tardíos y presentar contaminaciones con la novela.
Los cantares de gesta no se
componían para ser leídos, sino para ser escuchados. De divulgarlos se
encargaban unos recitantes llamados juglares, que se solían acompañar de
instrumentos de cuerda y que ejercitaban su misión frente a toda suerte de
público, tanto el aristocrático de los castillos como el popular de las plazas,
de las ferias o de las romerías. Consta, como más adelante tendremos ocasión de
considerar, que antes de trabarse batallas los juglares entonaban versos de
gestas a fin de enardecer a los combatientes.
Historia poética
El cantar de gesta tiene
un fondo histórico cierto, al que es más o menos fiel. Esta fidelidad a la
exactitud histórica de lo narrado reviste una serie de matices, que van desde
aquellos cantares que casi son una crónica rimada hasta aquellos otros cuya
historicidad queda tan reducida que casi parecen una obra de pura imaginación.
Por lo general, cuanto más remoto es el asunto de una gesta, más pesan en ella
las versiones tradicionales y legendarias de los hechos y más se aparta de la
realidad histórica, al paso que, cuando relata hechos sucedidos en un pasado
próximo, la fidelidad a lo que realmente acaeció es mayor, entre otras razones
porque el público que ha de escuchar los versos conoce con más precisión el
asunto y sus personajes. Por otra parte, cuando la gesta tiene por escenario
las mismas tierras en que se desarrollaron los acontecimientos que poetiza,
suele mantener unos datos geográficos, ambientales y sociales mucho más fieles
a la realidad que aquellas gestas que transcurren en países lejanos y exóticos.
Ya veremos con detalle que estas dos modalidades de cantares de gesta se pueden
cifrar en el Cantar de Roldán francés, alejado en el tiempo y en el espacio de
la batalla de Roncesvalles, y el Cantar del Cid castellano, tan próximo al
tiempo y al lugar en que obró y vivió Rodrigo Díaz de Vivar.
Los cantares de gesta
son algo así como la historia al alcance y al gusto del pueblo. El hombre docto
se enteraba de los hechos del pasado leyendo crónicas y anales en latín, y
quedaba su curiosidad satisfecha con el dato frío y escueto. El hombre iletrado
precisaba de alguien que le expusiera de viva voz la historia, de la cual lo
que le interesaba era lo emotivo, sorprendente y maravilloso y la idealización
de héroes y guerreros a los que se sentía vinculado por lazos nacionales,
feudales o religiosos.
Cantos noticieros y
juglares.
La crítica debate desde hace
siglo y medio cómo se generaron estos relatos más o menos históricos que son
los cantares de gesta, y hay quien sostiene, con argumentos muy dignos de
consideración, que determinados acontecimientos, sobre todo grandes campañas
militares o significativas acciones de guerra, suscitaron inmediatamente cantos
que narraban sus trances más salientes o las hazañas de los guerreros más
famosos, con la finalidad de informar de ello a una colectividad vivamente
interesada: breves composiciones en verso que podríamos comparar, en cuanto a
su finalidad informativa, a los modernos reportajes periodísticos, y no en vano
relatos de este tipo eran denominados en Castilla «cantos noticieros». Muchos de
estos presuntos relatos versificados debieron de conservarse en la memoria
popular y en la tradición juglaresca hasta convertirse en cantares de gesta.
Lo importante es la
actitud literaria del juglar de gestas. Frente a los datos que le ofrecen la
historia y la tradición, se adjudica una libertad creadora que le permite
construir un relato versificado, con su planteamiento, nudo y desenlace, y
entretenerse en la caracterización de los personajes, en las descripciones y en
el diálogo. Tiene que hacer concesiones a los gustos del público -que también
son los suyos-, dejando paso libre al elemento maravilloso y a la pormenorizada
descripción de batallas, de combates singulares y del atuendo guerrero. Este
último aspecto se hace fatigoso al lector actual, que a veces no acierta a
comprender la razón de tan prolijas descripciones bélicas; pero no debe
olvidarse que el público medieval advertía matices y detalles importantes en lo
que hoy puede parecernos uniforme y repetido, y la descripción minuciosa de
determinado golpe de espada o del procedimiento de desarzonar al adversario con
la lanza les interesaba tanto como puede apasionar a nuestros contemporáneos un
lance especial de una corrida de toros o una jugada notable en una competición
deportiva.
Arte oral.
Parece evidente que en una
época remota las gestas fueron creaciones orales sin forzosa transcripción a la
escritura, y ello lo corrobora la existencia en tantos países del mundo de
canciones populares, incluso narrativas, como gran parte del romancero castellano,
que se han conservado oralmente y sin necesidad del apoyo de un texto escrito.
Pero si hoy conocemos cantares de gesta, lo debemos exclusivamente a que hubo
amanuenses que los copiaron en manuscritos, y entre estos manuscritos hoy
conservados hay un pequeño número que se denominan juglarescos porque
constituían el memorándum o libreto del juglar, con los cuales éste refrescaba
la memoria antes del recitado o aprendía cantares que hasta entonces le eran
desconocidos. Los preciosos manuscritos del Cantar de Roldán (de Oxford) y del
Cantar del Cid (de Madrid) son de pequeño formato, escritos sobre un pergamino
aprovechado y con la finalidad de ser útiles a un juglar, y en modo alguno
constituyen un libro de lectura.
Rodriguez Neltzi.
LOA CANTARES DE GESTA
ResponderBorrarLos cantares de gesta fueron especialmente numerosos en Francia, donde probablemente eran compuestos en su mayoría por clérigos instruidos. Se conservan muchos manuscritos de cantares de gesta franceses. De ellos, la obra maestra es la Chanson de Roland, en castellano Cantar de Roldán por su héroe central, llamado también Orlando en italiano. Narra, en términos apocalípticos, la derrota de la retaguardia del ejército de Carlomagno hostigada en el valle de Roncesvalles por el rey moro de Zaragoza Marsilio, aliado con el traidor a Carlomagno Ganelón. En esta batalla perece el héroe del cantar, Roldán, y su deuteragonista Oliveros, por confiar demasiado en sus propias fuerzas para repeler la agresión. Cuando Roldán toca el olifante para pedir ayuda ya es demasiado tarde. La venganza del emperador Carlomagno, del obispo Turpin y de los Doce Pares de Francia ocupa el apocalíptico final de la historia.
Un cantar de gesta francés cuenta, en los manuscritos conservados, unos noventa, con entre mil y veinte mil versos. No son rimados en consonante, sino simplemente asonantados. Como se trata de una literatura de carácter fundamentalmente oral, la repetición de la última vocal acentuada bastaba para quedarse en la memoria auditiva y como se ha dicho anteriormente, utilizaban algunos pasajes (resúmenes de lo ya contado) y fórmulas repetidas (epítetos añadidos a cada nombre propio que caracterizaban a tal personaje: Carlomagno el de la barba florida) que permitían a los recitadores tiempo para hacer memoria de lo que debían contar. La recitación de estos largos poemas podía durar varios días seguidos.
DECAMERÓN
ResponderBorrares un libro constituido por cien cuentos, algunos de ellos novelas cortas, terminado por Giovanni Boccaccio entre 1351 y 1353, donde se desarrollan tres temas principales: el amor, la inteligencia humana, y la fortuna. Las primeras copias se leían, se intercambiaban e incluso robaban. Éstas estaban en manos de mercantes y fueron de pasatiempo para los lectores más comunes e ingenuos de la época.
Para engarzar las cien historias, Boccaccio estableció un marco de referencia narrativo. La obra comienza con una descripción de la peste bubónica (la epidemia de peste negra que golpeó a Florencia en 1348), lo que da motivo a que un grupo de diez jóvenes, siete mujeres y tres hombres que huyen de la plaga, se refugien en una villa en las afueras de Florencia.
Con el fin de entretenerse, cada miembro del grupo cuenta una historia por cada una de las diez noches que pasan en la villa, lo que da nombre en griego al libro: δέκα déka 'diez' y ἡμέραι hēmérai 'días'. Además, cada uno de los diez personajes se nombra jefe del grupo cada uno de los diez días alternadamente. Cada día, a excepción del primero y noveno en que los cuentos son de tema libre, uno de los jóvenes es nombrado «rey» y decide el tema sobre el que versarán los cuentos.
Decamerón se estructuró de la siguiente manera:
Jornada I - Ciappelletto (Judas)- Vicios;
Jornada II Y III - Fortuna y mercantilización;
Jornada IV - Cuentos de amor con final trágico;
Jornada V - Cuentos de amor con final feliz;
Jornada VI, VII Y VIII - Ingenio;
Jornada IX - Microcosmos;
Jornada X - Griselda (María).